Una de las partes del proceso de vacunación es la “administración” de la vacuna y, hoy por hoy, la mayoría de ellas deben ser inyectadas, lo que conlleva a niños y padres una dosis de angustia debida al miedo a la inyección y al dolor. Una buena práctica vacunal debe incluir técnicas de distracción para minimizar el miedo y el dolor.
Se han descrito diferentes medidas y técnicas de distracción para disminuir el dolor o el miedo aunque deberemos tener en cuenta la edad del sujeto a vacunar para escoger una u otra.
“Hay que adoptar el manejo del dolor, el miedo y la angustia como un componente más del proceso de vacunación.”
Para el lactante, es importante el contacto piel con piel. El abrazo o acurrucamiento ayudan a disminuir su angustia y también la de los padres. Es aconsejable la lactancia materna o la solución de sacarosa durante y después de la administración de la vacuna.
En niños de más edad importa la preparación psicológica y del entorno, así como la posición (sentado o en brazos de los padres). La distracción con juguetes, con música, hacer soplar o toser, contar una historia, etc., será útil en todas las edades.
Como métodos de participación, podemos pedirle al niño que elija el lugar de la inyección, ayude a sujetar una tirita, etc. Los métodos de relajación, con ejercicios de respiración, servirán para los mayores. Podemos contemplar el uso de analgésicos tópicos, aunque se han de aplicar entre 30 y 60 minutos antes de la administración de la vacuna y no siempre es posible.
Los preadolescentes y adolescentes son propensos a mareos y desmayos. Podemos ofrecerles distracciones útiles, como involucrarlo en una conversación, escuchar música con auriculares, jugar o enviar mensajes en un teléfono móvil.
No olvidemos que las técnicas de distracción hay que combinarlas con intervenciones que mitigan el dolor. Utilizaremos la vacuna atemperada y no como sale de la nevera. La inyección se realiza sin aspiración, secuencial y rápida. Si administramos diferentes vacunas, dejar para el final la más dolorosa.
Una vez finalizada la vacunación, es importante reconocer el miedo o las lagrimas y elogiar lo bien que se ha hecho.